matthew falder
miércoles, 21 de agosto de 2019
como prevenir esta cituacion
- Si notas que niños o adolescentes a tu cargo tienes selfies sugestivas puedes conversar con ellos sobre la importancia de la privacidad y de las consecuencias de compartir fotos de ese estilo: acoso, burlas, e incluso implicaciones de pornografía infantil.
- Invitalos a publicar o enviar fotografías que no les daría pena que fueran vistas por desconocidos, amigos compañeros de colegio o algún miembro de la familia.
- Un tema muy importante a tener en cuenta son las relaciones amorosas. Habla con ellos sobre las cosas que podrían llegar a pasar por compartir fotos intímas con sus novios o “amigos”, algunas de ellas podrían ser usadas en su contra cuando la relación haya llegado a su fin.
- Una vez se envía una fotografía por internet, se pierde el control sobre lo que pase con ella. Pero, eso no significa que los niños o adolescentes contribuyan a ello. Hazles la invitación a no reenviar fotografías que reciban. En una imagen no se puede llegar a conocer si el memnor fue forzado, fotografiado si permiso o es una fotografía robada.
- En algunos casos los niños prefieren no contarte sus problemas por temor a que esto empeore las cosas. Por eso debes mantenerte alerta sobre sus comportamientos. ¿Cómo reconocer si tu hijo es víctima de grooming?
- Ellos son nativos digitales, pero tu puedes guiar a los niños y adolescentes en el uso responsable de sus celulares, cámaras web y celulares.
- Se la persona de confianza de ellos, busca que cuando tenga problemas puedan sentirse tranquilos de contarte las cosas sin que signifique vergüenza o temor.
foros hurtcore
También instalaba cámaras ocultas
en baños públicos para utilizar las grabaciones como arma de extorsión. O
simplemente para intercambiarlas con otros sádicos como él. Y es que, aunque la
historia de Matthew Falder nos resulte muy retorcida, las profundidades de
internet están llenas de personas tan perturbadas como él.
De hecho, Falder gozaba del
dudoso privilegio de tener un nivel de usuario “violador” en Hut2theCore, una
de las comunidades más famosas del hurtcore. Ahí subía buena parte de las
grabaciones e imágenes humillantes que conseguía de sus víctimas para intercambiarlas
con otros usuarios. También participaba en hilos espeluznantes como “100 cosas
que nos gustaría hacer al menos una vez”jueves, 15 de agosto de 2019
victima mas conocida
Todo
comenzó con la "Víctima 5" en 2013, cuando ella puso un anuncio en
Gumtree diciendo que quería comprar un perro. Uno de los correos electrónicos
que recibió la chica de quince años se leía sospechoso. Era de Liz, una
artista, que le prometió pagar por cualquier perro que escogiera. A cambio, Liz
quería que le mandara una selfie sin brasier que le serviría como inspiración
para dibujar. Hablaron por correo. La chica le confió a Liz que vivía en un
orfanato en el que las demás chicas la intimidaban y tenía un hermano menor
discapacitado que "significaba todo" para ella. Encontró un perro que
costaba 275 libras esterlinas (un poco más de un millón de pesos colombianos
aproximadamente), y Liz le dijo que se lo compraría a cambio de una foto que
"absolutamente nadie más que yo la vería". La chica le mandó una foto
por correo. En cuanto lo hizo, Liz se puso violenta.
Le dijo que si no le mandaba más
fotos de inmediato, le iba a mandar su foto a las chicas que la molestabanEl caso de Matthew Falder
Matthew Falder, académico de Cambridge y productor de materiales
"hurtcore", fue encarcelado por 32 años, por crímenes contra 48
personas, desde adolescentes hasta adultos.
Un
tipo normal
Al
igual que internet, este británico de 29 años también escondía muchísima
perversión bajo su inocente aspecto. Parecía
un joven normal. Con una vida normal. Y una
carrera normal como investigador geofísico de la Universidad de Birmingham.
Pero nada más lejos de la realidad: Matthew Falder estuvo utilizando durante ocho años el carácter irrastreable de
la deep web para cometer todo tipo de delitos.
Lo hacía bajo los alias de inthegarden, evilmind y 666devil. Lo hacía a espaldas de su novia. Lo hacía sin remordimiento alguno.
Su modus operandi era sencillo. Adoptaba la
identidad digital de una artista para acercarse a sus víctimas, la gran mayoría
de ellas adolescentes, y persuadirlas de que les enviaran fotografías
semidesnudas o desnudas para fines artísticos. Una vez caían en la trampa
comenzaba su maquiavélico juego: bajo
amenaza de publicar las fotografías por todo internet, obligaba a las víctimas
a cometer actos sexuales y físicos perturbadores.
Lamer váteres públicos, comer heces, colgarse carteles racistas o violar a terceras personas.
Y lo grababa.
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